Cada día, la evidencia científica se hace eco de la importancia que tiene la nutrición en el desarrollo y progresión de múltiples enfermedades, entre ellas las neurológicas como la Enfermedad de Alzheimer.

Por este motivo, es muy importante que todos tomemos conciencia y asumamos que la alimentación debe formar parte del tratamiento y debe estar adaptada al paciente en cada momento de la enfermedad, en cuanto a valor calórico y textura se refiere.

La enfermedad de Alzheimer suele aparecer a una edad avanzada y por este motivo se considera que el anciano que la padece es especialmente vulnerable desde el punto de vista nutricional.

A las alteraciones típicas que acompañan a esta enfermedad hay que sumarles las alteraciones que de manera fisiológica se producen durante el envejecimiento y la presencia de otras enfermedades (diabetes, hipertensión, dislipemias, etc.). Todo esto puede comprometer el estado nutricional del paciente favoreciendo la desnutrición que agravará la demencia y su morbimortalidad.

nutricion y alzheimer

PERDIDA DE PESO

Se estima que entre el 20% y el 40% de los pacientes con enfermedad de Alzheimer sufren pérdida de peso y que el 80% está en riesgo de desnutrición. 

La pérdida de peso, en la mayoría de los casos, se inicia en las primeras etapas de la demencia por múltiples factores como:

la dificultad masticatoria por falta de piezas dentales,

alteraciones del gusto y olfato

problemas para realizar la compra y cocinar

dieta monótona y poco variada

falta de asistencia a la hora de comer

la soledad

la falta de apetito…

Con el avance de la demencia, la pérdida de peso se agrava debido a la aparición de otros problemas nutricionales asociados a la enfermedad de Alzheimer que dificultan la ingesta y la hidratación entre los que destacan pérdida de habilidad para comer, pérdida de capacidad para reconocer los alimentos, desarrollo de disfagia orofaríngea (dificultad para tragar) y rechazo a comer.

Por todos estos motivos, la alimentación en enfermos de Alzheimer debe formar parte del tratamiento y se le debe dar la misma importancia que al tratamiento farmacológico.

Al inicio de la demencia, y cada cierto periodo de tiempo, se debe valorar el estado nutricional del paciente. Así, una vez que se conoce el estado inicial y otras situaciones que lo condicionan, se adaptada la dieta a cada individuo, nivel de autonomía y otras enfermedades para lograr mantener el peso, la masa magra y prevenir desnutrición, deshidratación y estreñimiento.  Todos estos factores ayudarán a definir cual es la intervención dietética más adecuada para cada individuo.

DISFAGIA

La disfagia es uno de los aspectos más considerables a tener en cuenta a la hora de pautar la dieta. El objetivo principal en estos pacientes debe ser mantener una ingesta eficaz y segura para que el estado nutricional sea adecuado. Por ello es muy importante diagnosticar con la mayor antelación posible el grado de disfagia y qué textura es la más adecuada.

En pacientes recién diagnosticados de disfagia, el primer paso es la alimentación tradicional de textura modificada. Como su propio nombre indica, consiste en adaptar la textura de alimentos y bebidas de consumo tradicional a la viscosidad recomendada por el especialista, ya sea tipo néctar, líquido o pudding.

Aunque hoy día existen espesantes comerciales de fácil uso para adaptar las texturas, llevar a cabo este tipo de alimentación no es fácil ya que se puede caer en la monotonía de las preparaciones. No esmerarse en la presentación de los platos o asegurarse de que la mezcla de sabores resulte agradable al paladar puede llevarnos a realizar dietas de poco valor nutritivo, baja aceptación por el enfermo y pudiendo ocasionar pérdida de peso y  desnutrición.

VALOR CALÓRICO Y NUTRICIONAL

Pero no sólo de texturas va el asunto, el valor calórico y nutricional de cada plato también son cruciales. Si tenemos en cuenta que los ancianos de por sí tienen un apetito casi inexistente, sumado a la demencia, podemos encontrarnos ante situaciones de muy poca ingesta a pesar de que la textura y los sabores sean los más adecuados.

Por ello, para aportar las necesidades nutricionales de cada paciente se puede recurrir al enriquecimiento de platos. Esto consiste en incluir en las comidas alimentos que, ingeridos en poco volumen, aporten muchas calorías y/o proteínas como pueden ser el aceite de oliva, la mantequilla, frutos secos molidos, cereales hidrolizados, clara de huevo, leche en polvo o módulos nutricionales comerciales entre otros.

Si la alimentación tradicional modificada o enriquecida no fuese suficiente como para mantener un estado nutricional idóneo, se podrá recurrir a la suplementación oral como añadido a la dieta habitual.

Podría extenderme mucho más en el tema, pero creo que llegados a este punto os he explicado los aspectos más fundamentales por los que la alimentación en enfermos de Alzheimer es crucial y debe formar parte del tratamiento habitual.  Si no sabéis como hacerlo podéis pedir ayuda de un profesional de la nutrición que os podrá facilitar las herramientas para dar a vuestros familiares la alimentación más completa y segura.

Lola Martínez

Dietista-Nutricionista 

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